El golpe de Estado de 1936 y la revocación
del gobierno electo democráticamente buscaron excluir y marginar el pensamiento
progresista y republicano que, tras la victoria franquista en la Guerra Civil,
hubo de dispersarse expatriado por el mundo. Durante 40 años la dictadura se
encargó de manipular y censurar la cultura que, desde el exilio, se seguía
creando fuera de la península. La llegada de la democracia posibilitó numerosos
intentos de atajar la limitación y el sesgo de conocimiento impuestos por el
régimen. Sin embargo, otras prioridades políticas y la pervivencia, consciente
o no, de estructuras de interpretación heredadas del franquismo han sido un
obstáculo para la recuperación de una tradición cultural que, desarrollada en
la diáspora, es a la vez propia y ajena.Líneas de fuga recorre críticamente las razones de ese largo
desencuentro. Con el concurso de filósofos, historiadores, filólogos y críticos
culturales,argumenta que encontrar otras formas de
contar y pensar el legado cultural de nuestros exiliados republicanos es
esencial para desentrañar la herencia que nos dejan y cómo, aún hoy, nos
incumbe.