MATEO-SAGASTA, ALFONSO
Diez años después de que el impresor Francisco Robles editara Elingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, un tal Avellaneda saca una segunda parte sin pedir permiso a dios ni al diablo. Celoso de sunegocio, Robles encarga a uno de sus empleados, Isidoro de Montemayor, que averigüe quién es ese tal Avellaneda para ajustarle las cuentas.Habitual parroquiano de tugurios de turbio pelaje, así como decenobios literarios de abolengo, Montemayor no tarda en descubrir queAvellaneda no es más que un pseudónimo tras el que se oculta alguienque se siente ofendido por Cervantes, a quien tacha de cornudo yhomosexual. Deberá para ello adentrarse en las páginas del Quijote yen la vida de su autor con el fin de conocer qué personaje se hapropuesto ensuciar su nombre y hasta enviarlo a la hoguera. José María Gallego pone ahora imágenes a este apasionante trhiller ambientado en el siglo de Oro, con el que Alfonso Mateo-Sagasta se consolidó comouno de los novelistas más brillantes y amenos de la literaturaespañola.