ECHEMENDIA, ELIZABETH
Hay libros que se abren como una bitácora de viaje, textos escritosdesde esa especie de autoexilio que es la poesía. El ave nos guarda en su canto es un mapa inmenso adonde se dibujan las vías, las rutas enel aire, los recovecos de las decisiones que se van tomando en plenovuelo. Es un libro que marca un punto en la ciudad donde se nace, unpunto en la ciudad en la que se decide vivir y un tercero en la ciudad a la que se quiere regresar. Hay una línea recta indicando ladistancia más corta entre esos puntos. El trazo preciso que une esastres ciudades es la línea invisible de la trayectoria, deldesplazamiento y también de la nostalgia. La geometría demarca lasfronteras de la pérdida, de lo que se deja atrás para siempre. Hay una niña que para alejarse del frío emigra, como lo hacen los pájaros,pero en este caso es hacia la palabra escrita, porque sabe que, si nocanta eso que siente en el pecho, eso que no tiene nombre, se le va apudrir por dentro. Sabe que si quiere cantarlo tiene que desanudar elnudo de pájaros, romper el nido que se le hizo en la garganta portantos años de silencio. Sabe que tiene que dejar